jueves, 29 de septiembre de 2016

Grupo Emergentes



Conclusiones



Previo a la experiencia del taller de música, nosotros pretendíamos brindarles a los niños un espacio de libertad y exploración para que jugaran a su manera, sin imponerles ninguna condición o situación de uso para los instrumentos. La idea era observar cómo interactuaban con los objetos, con los usuarios (tanto adultos como otros niños) y con el contexto. Esos fueron nuestros tres pilares fundamentales a la hora de relevar la información. 

Al llegar al hogar, nos pidieron que esperáramos en el patio mientras los cuidadores terminaban de darle de comer a los niños, en ese mismo espacio, luego del momento de la comida las mesas se retiran y la sala se vuelve un espacio de juego. 

El hogar es una típica casa chorizo de varias habitaciones encadenadas, todas con puertas y ventanales que dan al patio, por lo que las habitaciones tienen buena iluminación natural. 

Mientras esperábamos, ya podíamos ver cómo varios de los niños se acercaban al ventanal de manera curiosa para observarnos. El grupo que nos aguardaba estaba constituido por chicos entre los 2 y 4 años.

Tanto a la psicóloga como a las cuidadoras les explicamos que queríamos hacer un taller de música, que en primera instancia dejaríamos a los niños interactuar con los instrumentos de forma instintiva con el objetivo de ver cómo se relacionaban en función a los tres ejes de investigación propuestos por nosotros. Luego, poco a poco, comenzaríamos a interactuar con los chicos, dándoles algunas consignas sencillas y grupales para ver cómo reaccionaban ante ellas. 

Ingresamos al salón, nos presentamos tanto nosotros como los chicos y adultos de la institución, nos ubicamos en distintos sectores y comenzamos a sacar los instrumentos musicales. Los niños corrieron a nuestro encuentro para interactuar con ellos y con nosotros.

El taller no pudo llevarse a cabo de la manera pautada, esa primera instancia de exploración de los chicos con los objetos sin intervención de los adultos casi no sucedió. Las cuidadoras inmediatamente comenzaron a indicarles cómo se utilizaban los diferentes instrumentos, además los chicos nos volvieron parte del grupo y del juego instantáneamente no pudiendo cumplir estrictamente el rol de observadores.

La experiencia fue enriquecedora, si bien la dinámica del grupo nos llevó a desarrollar el taller de manera diferente a lo planeado y teniendo que improvisar sobre la marcha, pudimos hacer el relevamiento de los diferentes ejes de investigación que habíamos planteado:


Usuario – Usuario


Los niños estuvieron desde un primer momento predispuestos a la interacción con adultos, tanto con sus cuidadoras como con nosotros, pero entre ellos no interactuaban de la misma manera. Su forma de jugar era más bien individual o con adultos y no tanto con sus pares.  

Se arrebataran los objetos entre ellos, y difícilmente los compartían u operaban entre dos o más niños, salvo algunas excepciones.

A la hora de darles consignas, eran más efectivas aquellas que se daban de forma individual y no grupal. Excepto cuando las cuidadoras dieron la pauta de guardar los elementos y de ir a dormir. Entendemos que estas son consignas rutinarias y que las cuidadoras trabajan todos los días para que los niños las entiendan.


Usuario – Objeto


A la hora de interactuar con los objetos, los chicos los utilizaban adaptándolos a su manera de jugar. Si bien los instrumentos están “hechos para hacer música” los niños no necesariamente los utilizaban exclusivamente con este fin. 
Principalmente, observamos que lejos de seguir ritmos, lo que mayormente les interesaba a los niños era la exploración de los objetos en su totalidad, intentando desarmarlo, viendo que tenían dentro, las diferentes partes, tratando de descubrir el cómo y el por qué de  los sonidos, los golpeaban, los metían en su boca, medían su resistencia, exploraban su funcionamiento (las maracas transparentes ofrecían el misterio de pequeñas mostacillas en su interior que fascinaban a todos los niños, y la maraca espejada era hipnótica ante la presencia de sus reflejos). 

No faltaron los juegos de representación y de rol. Algunos nenes tomaban las baquetas de los tambores e imaginaban que eran espadas, siendo éste el único momento durante el taller que plantearon un juego compartido y las nenas jugaban con sus bebotes, de manera individual.

Podemos decir que el juguete más “popular” fue un instrumento de percusión que simulaba ser un cocodrilo. Asumimos que entienden bien las formas figurativas ya que, desde un primer momento, lo utilizaban para simular que mordía a otros niños y adultos, generando así una interacción que parte del objeto.


Usuario – Contexto


El Hogar no tiene una sala de juegos determinada. Además de dos habitaciones de usos múltiples, también utilizan el patio para realizar actividades de recreación. De todos modos el juego ocurre en cualquier momento y lugar de la casa.

Se juega al nivel del piso. Las cuidadoras se sientan en el suelo y los niños interactúan y juegan en ese sector, ya sea parados, sentados en el piso o sobre ellas. A su vez se encuentran distribuidos en subgrupos, por regla de la institución se intenta que en todo momento haya un adulto cada tres niños.
En la sala que realizamos el taller una de las paredes fue pensada como pizarrón, pero los niños utilizan todas con ese fin. 

Otros muebles y objetos observados en la sala son: una biblioteca, utilizada para guardar los zapatos y botas de lluvia; una hogar a leña en desuso, donde guardan juguetes y apoyan sobre ella el equipo de música; un perchero; mesas y sillas, que ponen o sacan dependiendo el uso del espacio.

La sala esta está dividida en dos sectores, la mayor parte del espacio es de uso compartido y un pequeño sector para uso de los adultos. Éste se encuentra separado con una valla plástica que solo impide el acceso a los niños, allí encontramos microondas, baúl para guardar los juguetes, armario y otro tipo de estanterías y objetos.

Reflexión final

Una de las principales cuestiones a resaltar es que los adultos, lejos de adoptar un rol pasivo de observadores, forman parte continuamente de la situación de juego, lo que los convierte también en usuarios directos de los objetos y del contexto.

Por otro lado, teniendo en cuenta el espacio y la transformación del mismo en diferentes situaciones de uso, surge la necesidad de diseñar objetos que sean de fácil traslado y guardado, teniendo en cuenta escalas, materiales, peso y seguridad.

Por último, nos parece clave tener en cuenta la capacidad de asombro y curiosidad que caracteriza a los niños. Todos los objetos que llegan a sus manos los exploran en su totalidad independientemente del uso o función que tengan. Un juego o juguete, más allá de lo lúdico es además una oportunidad de experimentación y descubrimiento
 

1 comentario:

  1. Tienen fotos para publicar de los elementos que diseñaron para la primer actividad con el Hogar?

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